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“Análisis a la Iniciativa de Ley de Beneficiarios Finales (6486) y su Impacto en las Empresas de Guatemala" para el Cumplimiento Fiscal

  • 24 jun
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 11 nov

En el contexto global, la lucha contra el lavado de dinero, la evasión fiscal y la corrupción ha impulsado a muchos países a implementar leyes que exigen mayor transparencia sobre los beneficiarios finales de las empresas. Guatemala no es la excepción.


La presentación de la Iniciativa de Ley 6486 ante el Congreso responde a las presiones internacionales, en particular de organismos como el Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI), que exige a los países mejorar sus marcos regulatorios para prevenir delitos financieros. En este sentido, el propósito de la ley es asegurar que las autoridades guatemaltecas puedan identificar y rastrear a las personas que realmente controlan las empresas, sin importar si están formalmente a nombre de otras personas.


La Iniciativa de Ley 6486 establece que todas las empresas registradas en Guatemala deberán identificar a sus "beneficiarios finales", es decir, a las personas naturales y jurídicas que cuentan con al menos el 10% de los derechos a voto, y qué de manera directa o indirecta según la ley promovida, controlan o se benefician económicamente de la empresa. Esta obligación de transparencia es un paso crucial para mejorar el entorno de negocios en el país, ya que permitirá a las autoridades acceder a información detallada sobre los propietarios reales de las empresas, lo que podría ayudar a reducir la opacidad que facilita el lavado de dinero y otras actividades ilícitas. Además, la ley busca aumentar la confianza internacional en el mercado guatemalteco y generar un ambiente más favorable para la inversión extranjera.


Imagen ilustrativa de una persona sentada simulando hablarle a alguien
La ley busca asegurar que las autoridades guatemaltecas puedan identificar y rastrear a las personas que realmente controlan las empresas

Los beneficiarios finales deberán ser identificados y registrados en un registro público nuevo, el cual estará bajo el control y vigilancia de la Superintendencia de Administración Tributaria (SAT) que es, sin duda, la institución con la experiencia y capacidad en términos de administración fiscal y tributaria, pero su rol en la gestión y ejecución de un registro tan sensible como el de los beneficiarios finales podría generar dudas ya que el manejo de información confidencial y la necesidad de garantizar que este registro se mantenga actualizado y seguro son desafíos considerables y ante esto es válido evaluar si la SAT tiene la infraestructura adecuada para manejar este tipo de datos ya que a lo largo de los años esta entidad ha sido objeto de críticas por su eficiencia y capacidad de respuesta, lo que podría generar incertidumbre en cuanto a su capacidad para manejar el nuevo registro de manera adecuada.


La ley podría requerir de recursos adicionales para fortalecer la infraestructura y garantizar que la información esté correctamente almacenada y protegida, ante esto una opción podría ser crear una entidad independiente o especializada que se encargue exclusivamente de este registro, aunque esto implicaría otro reto en términos de coordinación con otras instituciones del gobierno.


Adicionalmente, el mecanismo de sanciones y auditorías debe ser lo suficientemente riguroso como para garantizar que las empresas cumplan, pero también debe ser justo y equilibrado para evitar castigos excesivos por errores menores sin dejar espacio para ambigüedades y garantizar la efectividad de la ley. Esta medida también afectará a aquellos que intentan ocultar su identidad a través de estructuras complejas de propiedad, como fideicomisos o sociedades en paraísos fiscales.


Si bien la ley busca poder generar un entorno más seguro y confiable para los negocios a largo plazo, también conlleva una preocupación legítima para las empresas como el de una mayor exposición, especialmente para los empresarios que podrían estar involucrados en actividades que desean mantener en privado, o que operan en sectores donde la divulgación de información personal podría ponerlos en situaciones incómodas o peligrosas y requerir mayores niveles de protección personal y del entorno, en un país donde se siguen teniendo altos índices de violencia o corrupción, revelar información sobre los beneficiarios finales puede exponer a los empresarios a riesgos de extorsión o amenazas.


El momento de implementar esta iniciativa de ley también está sujeto a debate. Aunque la presión internacional y los estándares globales sugieren que Guatemala debería avanzar hacia un sistema de mayor transparencia, el contexto económico y social del país podría generar complicaciones, la iniciativa de ley llega en un momento de incertidumbre económica y política, y el país enfrenta desafíos significativos en términos de infraestructura tecnológica, capacitación del personal encargado de la supervisión, y la propia cultura de cumplimiento en el sector privado.


En cuanto a la cultura empresarial, algunos sectores podrían ver la ley como una barrera adicional al hacer negocios en el país, lo que podría generar resistencia, especialmente en aquellos que se benefician de la opacidad. A pesar de estos desafíos, la presión internacional y la tendencia global hacia la “transparencia” podrían impulsar a las empresas a adaptarse, aunque el proceso puede ser gradual y complicado.


La Iniciativa de Ley de Beneficiarios Finales (6486) presenta un cambio significativo en la forma en que las empresas en Guatemala deberán operar y gestionar su estructura corporativa para el cumplimiento fiscal. Los puntos clave a destacar son la obligación de identificar y registrar a los beneficiarios finales, lo que promoverá la transparencia y reducirá la opacidad en los negocios. Para los clientes, esto implica la necesidad de ajustar sus procedimientos internos, garantizar el cumplimiento de las nuevas regulaciones y estar preparados para posibles auditorías y sanciones lo que implica que las empresas deban buscar asesoría contable y legal para asegurar una transición adecuada a las nuevas exigencias planteadas.


Además, mantenerse al tanto de los avances en la aprobación de la ley y las directrices específicas emitidas por las autoridades guatemaltecas será crucial para adaptarse a este nuevo marco legal y aprovechar sus beneficios o riegos sociales.


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